domingo, 14 de diciembre de 2025

El Diario del Extranjero: Las historias del Viajero es un libro de fantasía realista ambientado en Argentina sobre un personaje venido desde el mundo de Elhoss, escrito por Mirko Emir Rodriguez. Disponible en Argentina.

El Diario del Extranjero - Las historias del Viajero libro de fantasía de Mirko Emir Rodriguez

Fragmentos del Libro: El Diario del Extranjero - Las historias del viajero

SinopsisEl Diario del Extranjero narra las aventuras de Quiketl, un viajero llegado desde el mundo de Elhoss que recorre paisajes míticos, conspiraciones y batallas en un cruce entre fantasía épica y escenarios inspirados en Argentina. Una fábula de magia, pérdida y esperanza.






Fragmento del Diario del Extranjero.
Un recuerdo que vuelve cuando el peligro ya ha decidido acercarse.

—Otra vez pensativo— dice una voz a mis espaldas y sus dedos largos y huesudos se posan en mi hombro. Giro para ver su cara delgada y estilizada, sus cabellos decorados, sus orejas puntiagudas, sus ojos serenos como el agua de un estanque y su ropa colorida cubriendo su cuerpo curtido.

—Creo que ya viví esto— respondí, un poco atemorizado de mis propias palabras y con una angustia oprimiendo mi pecho. No es uno de mis poderes, es mi experiencia de años.

—Ellos nos están rodeando.

Quiketl y se encuentra por primera vez con Ben y Pancutan

Fragmento del Diario del Extranjero.
La violencia estalla en el presente, y la regeneración ya no es un milagro, sino una condena.

El hombre rubio se asomó con su arma por arriba del escritorio que me cubría. Respiré profundamente. Mi sangre comenzó a coagularse rápidamente, la piel se regeneró y la herida cerró.

El gringo se paró triunfante delante de mí y vi a su compañero apuntar a la teniente. —Ben, mirá quién está acá; el monstruo de las otras noches... Creí que ya lo había matado —dijo el morocho señalando al decrépito intruso.

Fragmento del Diario del Extranjero.
En Elhoss, algunas criaturas no cazan para alimentarse, sino para probar resistencia.

Mi cuerpo estaba golpeado y la criatura no me daba tregua. Sus cuatro patas traseras pisaban firmemente mi cuerpo y sólo atinaba a esquivar sus mordidas y los rasguños frenéticos de sus patas delanteras.

No sabía dónde se había metido el halfling o, siquiera, si tenía ganas de ayudarme.

Quiketl y se enfrenta cara a cara con un Kirré
Criatura gigante de Elhoss custodiando un salón rúnico junto a Cook Tutan

Fragmento del Diario del Extranjero.
Algunos lugares de Elhoss no están vacíos: están esperando.

El gran salón color arena de aquel antiguo edificio tenía símbolos, sellos y runas tanto en las paredes como en los pisos y en el techo. De sus paredes laterales colgaban oscuros balcones.

El lugar estaba abandonado aparentemente, pero custodiado por una de las criaturas más terribles de todos los páramos. Su forma de perro gigante era aterradora, pero aún más lo eran sus colmillos enormes y amenazantes.

Cook sacó sus dos mazas, una de ellas brilló tenuemente cuando la empuñó. Yo hice lo mismo con mis cimitarras.

Fragmento del Diario del Extranjero.
Cuando la historia deja de ser un relato y se vuelve estruendo.

Cerca del mediodía, escuchamos las alarmas anti-bombas. Algo que no sonaba en Buenos Aires desde el día que fueron conectadas a fines de la década de 1920.

La gente comenzó a gritar y correr por los pasillos del edificio sin saber qué hacer. Nos habían enseñado algunos escenarios posibles, en simulacros, pero nunca en uno que encajara con este.

Bombardeo de Plaza de Mayo en Buenos Aires, alarmas antiaéreas y civiles huyendo en 1950

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El Diario del Extranjero es una obra de fantasía realista escrita por Mirko Emir Rodriguez, ambientada entre Elhoss y Argentina. Este artículo presenta fragmentos seleccionados del libro y material visual complementario para nuevos lectores.

viernes, 5 de diciembre de 2025


Sobre Mirko Emir Rodriguez


Mirko Emir Rodriguez es autor, creador del mundo de fantasía Elhoss y diseñador de narrativas para juegos y relatos.
Su primera obra publicada, El Diario del Extranjero: Las historias del Viajero, surge de años escribiendo aventuras, construyendo mundos y combinando mitos con la geografía argentina.

Trayectoria

Mirko Emir Rodriguez escribe sobre fantasía, worldbuilding, narrativa y procesos creativos. Su trabajo combina experiencia en desarrollo de mundos con técnicas de escritura contemporánea, aportando profundidad y coherencia interna a cada proyecto.

Con experiencia en el Diseño y Desarrollo de videojuegos.

Vive en Córdoba, Argentina. Su obra combina épica clásica y realismo fantástico con una mirada contemporánea.

Contacto y redes

🖂 Correo: mirkoemir@gmail.com
 Instagram: mirkoemir
 Facebook: mirkoemir 
 Twitter: @mirkoemirR

jueves, 4 de diciembre de 2025

El Diario del Extranjero: Las historias del Viajero es un libro de fantasía realista ambientado en Argentina sobre un personaje venido desde el mundo de Elhoss, escrito por Mirko Emir Rodriguez. Disponible en Argentina.

El Diario del Extranjero - Las historias del Viajero libro de fantasía de Mirko Emir Rodriguez

Venta Oficial del Libro: El Diario del Extranjero - Las historias del viajero

SinopsisEl Diario del Extranjero narra las aventuras de Quiketl, un viajero llegado desde el mundo de Elhoss que recorre paisajes míticos, conspiraciones y batallas en un cruce entre fantasía épica y escenarios inspirados en Argentina. Una fábula de magia, pérdida y esperanza.


¿Por qué leerlo?

  • Un universo propio (Elhoss) con razas, mapas y mitologías originales.
  • Fusión de fantasía épica y clima latinoamericano: tono único en la región.
  • Perfecto para fans de rol, worldbuilding y aventuras clásicas.

Palabras del Autor:

Después de un largo viaje creativo, "El Diario del Extranjero: Las historias del Viajero" ya está disponible en 🇦🇷 Argentina a través de dos tiendas oficiales.

Es mi primera publicación formal y no puedo estar más orgulloso de compartirla con ustedes. 

Gracias a quienes me acompañaron durante el proceso, y a quienes están empezando a descubrir este mundo de Elhoss.


Detalles del libro

👤 Autor: Mirko Emir Rodriguez
📑 Formato: Impreso (tapa blanda)
💰 Precio actual: ARS 35.000
📦 Envíos a todo el país según cada tienda.

Qué incluye esta edición

Mapas de Elhoss Eastern Lands, un glosario de términos de Elhoss para que el lector pueda adentrarse en el vocabulario de este fantástico mundo.


Podés conseguir tu copia en cualquiera de los siguientes enlaces:



Editorial S. L. Ediciones

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El Diario del Extranjero - Las historias del Viajero libro de fantasía de Mirko Emir Rodriguez




Opiniones tempranas

Una mezcla perfecta entre lo épico y lo cinematográfico." — Pablo Pedernera.

"Muy recomendable lectura para los amantes del género fantástico, con la originalidad de localismos que la vuelven muy especial." — Mónica Moore.

"Una aventura de acción emocionante mezclada con el folklore cordobes" — Santiago Ruiz.

 

Preguntas frecuentes (FAQ)

P: ¿Cuánto tarda el envío? R: Varía por tienda; ver detalle en la ficha de cada comercio.
P: ¿Hay versión ebook? R: Actualmente la edición disponible es impresa; próximamente se considerará ebook.

Si querés más detalles o querés comprar directamente, elegí la tienda:

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Presentación Oficial del Libro

miércoles, 29 de octubre de 2025

Presentación Oficial de "El Diario del Extranjero"

📆 CAMBIO DE AGENDA: Fecha de Presentación Oficial 28 de Noviembre.

 ¡Amigos! 🙌 ¡Gran noticia!

👉 Tenemos lugar y fecha para la presentación de mi primer libro: El Diario del Extranjero (Las historias del viajero).

🠞 📅 28 de Noviembre de 2025 a las 18:00 hs.

🠞 🚩La Casona Municipal, Córdoba Capital. [Mapa]

👉 Seguimos con la preventa de los últimos ejemplares.



✨ ¡PREVENTA EXCLUSIVA! ✨- NOVIEMBRE 2025 ✨

Quedan pocos ejemplares de “EL DIARIO DEL EXTRANJERO – Las historias del Viajero” 📖

🔹 Precio especial de preventa: $25.000
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🔹 Ejemplares limitados
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Alias Mercado Pago: 👉 sl.ediciones
Monto: $25.000

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📺 Si querés escuchar la entrevista que me hicieron por el libro:



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lunes, 29 de septiembre de 2025

Preventa oficial - EL DIARIO DEL EXTRANJERO

¡Amigos! 🙌

👉 Seguimos con la preventa de mi primer libro: El Diario del Extranjero (Las historias del viajero).

Es una historia de fantasía, poder y memoria, con un protagonista llegado de otro mundo que vivió de cerca nuestra Argentina durante casi un siglo.

Escribir este libro fue un viaje enorme, y ahora comienza otro: compartirlo con ustedes.


 




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domingo, 14 de septiembre de 2025

Preventa oficial - EL DIARIO DEL EXTRANJERO

 ¡Amigos! 🙌

Les tengo una noticia que me llena de orgullo:
👉 Arranca la preventa de mi primer libro: El Diario del Extranjero (Las historias del viajero).

Es una historia de fantasía, poder y memoria, con un protagonista llegado de otro mundo que vivió de cerca nuestra Argentina durante casi un siglo.

Escribir este libro fue un viaje enorme, y ahora comienza otro: compartirlo con ustedes.




✨ ¡PREVENTA EXCLUSIVA! ✨- TODO SEPTIEMBRE 2025 ✨


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jueves, 10 de julio de 2025

Anuncio – Mi primera novela publicada: El Diario del Extranjero

Hoy quiero compartir con ustedes una de las noticias más importantes de mi vida.

Con profunda emoción y alegría, les cuento que El Diario del Extranjero, mi primera novela, será publicada por SL Ediciones.

Este libro nació aquí mismo, en este blog, donde empecé a escribir las aventuras de Quike, un viajero de otro mundo, llegado desde Elhoss hasta Córdoba, Argentina, hace casi un siglo. Un extranjero de otro plano, con poderes psíquicos y un corazón lleno de nostalgia, que vive en nuestra Tierra intentando regresar a su mundo mientras recorre la historia argentina, se enfrenta a batallas imposibles y reflexiona sobre la existencia, el bien y el mal.

Mi editor lo describe así:

“¿Quién es un extranjero?, ¿qué es ser extranjero? Córdoba, en un mundo presentado como una continuidad de un juego de rol, tiene lugar el entrecruzamiento de dos dimensiones; la nuestra, la histórica, la cotidiana y aquella, lejana, inaccesible, mágica. Los recuerdos y el presente dan lugar a un paralelismo en el que se amalgaman las experiencias y los aprendizajes; paralelismo en el que, como en un espejo, se refleja y se desafía la realidad.”

Escribir El Diario del Extranjero fue un viaje de años, de miedos, dudas, reescrituras y aprendizaje constante. Fue gracias al aliento de quienes me leen aquí que me animé a terminarlo y a publicarlo. Es un sueño hecho realidad, y cada palabra que escribí lleva mi amor por las historias y por los mundos fantásticos que compartimos.

💫 Pronto compartiré más noticias sobre la fecha de lanzamiento y cómo conseguirlo.

Gracias por acompañarme en este camino.
Gracias por creer en las historias.
Gracias por ayudarme a traer este libro al mundo.

– Mirko Emir Rodríguez

miércoles, 2 de marzo de 2016

042 - Artelex - 2da Parte

(Si la jerga no se entiende, deja tu comentario abajo e intentaré responderte. Gracias por leer)


Camino al barrio Marqués, Pancután nos advirtió que Artelex estaba ligado con “Los tumba de Zumarán” por lo que buscar ayuda en “Guachines del Marqués” sería la mejor opción. Sus exactas palabras.

Cruzamos el barrio mientras veíamos a los vecinos conversando en las veredas disfrutando de un poco de fresco en la noche. Algunos tomando cerveza, sentados en grupos de a tres o cuatro. Los niños jugando debajo de los focos de alumbrado público. Un barrio tranquilo.
Pero llegamos a la zona lúgubre, las veredas un poco más angostas, y las siluetas recortadas en la penumbra daba un tinte diferente. Disminuí la velocidad para que no se viera tan hostil nuestra aparición en los límites de los dominios de la banda.
Pancután bajó su ventanilla e hizo señas con su mano abierta. Dos personas se acercaron por el costado derecho, no tenían más de 25 años. El más alto encendió un cigarro mientras inspeccionaba a Pancután con mala cara − si que tené güevos pa aparecer por acá, guachín… − dijo mientras le daba una larga seca al cigarrillo.
− ¡Qué pitiai culiá! − dijo el otro mientras lo alejaba de la puerta con el hombro. − ¡Hoooola, pá! ¿Quí onda ese cuerpo, hermano? tanto tiempo qui ni aparecei por el barrrio − se dirigió a Pancután mientras lo saludaba enérgicamente tomando su mano y golpeando suavemente su hombro derecho contra el hombro del narigón, que se había asomado por la ventanilla del auto.

− Laburando a full, Rulín … como siempre. − respondió Pancután − ¿y vos? ya te curaste del hombro por lo que veo. − el joven afirmó con la cabeza − no era pa tanto, tampoco. Un tiro, pero nada má, pa. −

− Ando buscando al Alexis ¿lo has visto? − preguntó Pancután luego de la cordial introducción. Rulín, como le llamaban, habló algo por lo bajo con su compañero y nos dió las indicaciones. Encontraríamos a este Alexis, en la casa Mirta, su hermana mayor. Pancután nos indicó el camino.
En el tiempo recorrido, nos adentramos en la “zona linda” del barrio, calles amplias y veredas decoradas y enrejadas. Al pasar un bulevar tomamos por una de las calles diagonales, las luces en estas cuadras no funcionaban o habían sido rotas, las luces del auto marcaban el camino, pero sabíamos que nos estaban vigilando desde que entramos.
− Rulín ya debe haber avisado que veníamos. Estos se manejan así. − dijo Pancután, mientras martillaba el revólver 45 en su sobaquera − … de Alexis me fío, pero no digo nada del resto de matones viven por acá. − dijo. Inés también preparó su arma.

Al llegar a la mitad de la siguiente cuadra, nos cortó el paso un tipo de enormes proporciones. Aunque he visto más grandes, encontrar a alguien de 2 metros de altura y 150 kilogramos, es difícil en este este mundo. Sus manos se juntaban frente a su pelvis, y en su mano izquierda sostenía un Glock 10 milímetros. ¿Dónde la habrá conseguido? se me cruzó por la cabeza, siendo un arma de uso militar.
− ¡¡De todos los matones, tenía que ser el Colo!! − gritó Pancután, con fuerza asomando levemente su cabeza por la ventanilla.
− Narigón, bajate del auto y soltá los fierros. El Alexis ia sabe que veniste, pero no te queremo acá, guachin. − dijo, sacudiendo el arma un par de veces enfrente de las luces de mi auto.
Miré a Pancután, esperando que diga que debíamos hacer. Nos iba a costar demasiado caro intentar pelear contra este tipo, pero sería un viaje en vano si no conseguíamos hablar con Alexis.
− Eugenio, dejame llegar hasta la casa de la Mirta y después arreglamos los problemas. − respondió Pancután, pero al Colo no le gustó nada que le llamaran por su nombre. Lo vi en su mirada y me preparé. Su mano se movió rápidamente y apuntó hacia mi compañero. Moví su mano justo a tiempo para que el disparo pasara por arriba del techo del auto, era muy fuerte para dominarle su cuerpo, pero he entrenado mucho en este poder y sé controlarlo a la perfección. El tipo me miró, porque sabía que era yo quien estaba haciendo girar su brazo e intentó ayudarse con la otra mano, pero hice se disparara en la pierna derecha, el dolor lo tiró al suelo.
En aquel momento, vimos unos 20 tipos que nos rodeaban. Cuando el primero intentó tirarse contra el auto, se escuchó el grito Alexis desde la vereda derecha. − ¡¡La cortan, caarajo!! − y todos quedaron en silencio. − Pero Alexi, le dispararon al Colo. Estos guachos que se creen… − increpó uno del montón. − El Colo se maandó sólo y ellos taambién tienen fierro. ¿qué peensaban? … yaa sé que el Nariigón tiene güevos pa venir por el barrrio despue del quiloombaso que hizo, y que el Esteban, el Ioni y el Matu caieron en cana por su culpa. Pero por ahí viene a disculpaase. ¿o no? − no espero a la respuesta y continuó − … bajen del auto, mierdas − y golpeó el techo, del lado de Pancután.
Ya veía que eso terminaría en una balacera, pero Pancután sacó su arma por la ventanilla con el caño hacia arriba y sosteniéndola con un dedo, abrió la puerta y bajó. Inmediatamente alguien le quitó el arma. − … cuidado con eso. Voy a necesitarlo más luego… − advirtió y me hizo señas para que también bajara.
Inés estuvo indecisa unos segundos y luego bajó.
− Aaah, bueeeno. ¡Qué hermosa guacha, papá! − dijo Alexis mientras se dirigía hacia la puerta trasera. Cerré la puerta y me miró fijamente. En la penumbra no creo que vaya a poder verme, pensé.
− Acá no se ve unaa mierda. Vamo aadentro. − dijo mientras alguien nos revisaba buscando más armas. A Pancután le encontraron varias más.

Estaba toda la familia reunida. Los niños se asomaban curiosos desde el fondo. Alexis se sentó en el sillón enfrente de la televisión.
− ¿Qué venís a haacer aacá? porque no creo que sea a pedir disculpas. − dijo, con su mirada clavada en el televisor.
Pancután saltó con su rodilla encogida y el sonido de la mandíbula se escuchó claramente en la habitación. Los niños corrieron hacia dentro a toda prisa. Me tomó un poco por sorpresa pero reaccioné antes que los tipos que estaban en la vereda se dieran cuenta y cerré la puerta.
Alexis es un muchacho de algo más de treinta años, de contextura física masisa, criado a los golpes, de la calle y los padres. Pero Pancután lo inmovilizó en una sola acción. − Sabés muy bien, pendejo de mierda, que odio que no me miren cuando me hablan. − dijo mientras le presionaba la garganta con la rodilla. En su otra mano, un pequeño filo le estaba perforando la ropa a la altura de las costillas. − … si vuelvo al barrio, ¿cuál es? … vengo porque te iba a dar una oportunidad para que vos y los muchachos tuviesen unos mangos para el asado. Pero el señorito se quiere hacer el gallito en frente a los otros pelotuditos que tiene por seguidores… − le volví a ver esa mirada de loco que algunas veces pone y tuve que llamarle la atención para que vea que el muchacho se estaba muriendo debajo de su rodilla.
En ese momento, otro hombre de unos cincuenta y tantos años entró en la habitación con una pistola, primero apuntó a Inés que había estado parada todo el tiempo contra la pared y al no ver que fuese una amenaza, apuntó a Pancután. Inmediatamente, Inés golpeó al hombre de costado, fuertemente debajo de las costillas, sobre el pecho y en el antebrazo. El brazo que sostenía el arma cayó sin fuerzas y la pistola rodó un par de metros en mi dirección. No me moví.
− Jo jo!! − exclamó Pancután y soltó al muchacho. − … ahora vas a escuchar tranquilito, lo que tengo que decir. Vas a decidir si me ayudas o no y luego nosotros nos vamos a casita, con todas nuestras cosas. ¿Estamos claros? − dijo palmeando el hombro del muchacho.

Alexis escuchó atentamente, tal y como Pancután le había dicho. El hombre que entró a defenderlo era el esposo de su hermana; un hombre con mucha calle y mucha experiencia mal ganada. Lo miraba con su cara muy seria.
− Estás haablando que nos caaguemo a tiro con lo tumbas de Zumarán. − dijo luego de pensarlo unos minutos.
− ¿No es algo que tienen ganas de hacer desde hace rato? Acordate del Migue, del gringo Monzón, de Papito. Todos muertos por estos guachos. Y lo que pasó con Esteban y Matu fue culpa de los quilombos que armaron en el baile de fin de año de la Mona. Justamente porque el gringo se había atado a las piñas con el Pulga de Zumarán… ¿y quien salió a defenderlo? papá − dijo golpeándose el pecho − … y cuando le clavaron la punta al gringo, fueron ellos dos que sacaron los fierros y lo cuetiaron ahí nomás al Pulga. ¿Quién es el gil otario? − Pancután se estaba desahogando de una vieja historia pasada. Quizás la venida al barrio, había servido. Obviamente, en el barrio tenían otra versión.
− Si no querés hacerlo por los del barrio, pensá en las veinte luquitas que tengo para pagarte. − Concluyó. Si algo faltaba para convencerlo, era el signo pesos en el trato.
Alexis miró al hombre unos segundos, y este le devolvió la mirada. No dijeron palabra. Al cabo de unos segundos, Alexis respondió: “¿A quién vamos a pegarle?”

− Vamos por un hijo de remil … llamado Artelex, pero vos ocupate de su bandita. Los Tumba de Zumaran… − respondió Pancután, apretando con fuerza la mano del joven − … de Artelex, nos ocupamos nosotros. −


Gracias por la paciencia, acá les dejo el nuevo episodio y espero que les guste. Por ahí la jerga cordobesa no se entienda. Si es así, dejen su comentario abajo y trataré de responder.
Que lo disfruten.

miércoles, 20 de enero de 2016

041 - Artelex



Intenté tranquilizar a Inés varias veces − En unos minutos estaré bien… − pero creo que no quería escucharme y seguía insultándome. Había accedido a que llamase una ambulancia, pues habían muchas personas en el lugar y se vería aún peor si me levantaba con el agujero en mi espalda y como si nada hubiese pasado. El paramédico me decía que mi presión sanguínea estaba normal y que mi amiga había hecho un excelente trabajo en tapar la salida de sangre, hasta que ellos llegaron. Yo solamente sonreía.

Cuando llegamos al hospital, los enfermeros me pasaron a Urgencias y el camillero se encargó de llenar el informe de entrada. Fue el momento que aproveché para levantarme. Sentí una fuerte punzada en la espalda y la bala de alto calibre se deslizó entre la ropa para caer en mi mano.
Empujé a Inés que me miraba algo desconcertada y la guié hacia la puerta de salida, esperando que la policía no estuviese interesada en hacer preguntas. Mi herida ya había sanado.
Al salir a la rampa del Hospital de Urgencias, no vimos ningún policía y nos apresuramos a tomar un taxi sobre la calle Catamarca.

Me fue algo extraño hablar con ella al principio, pero al pasar los minutos sentía como si la conociese desde hace mucho tiempo.
Al llegar a mi departamento, me contó algunas cosas que para ella eran como sueños, pero varias de ellas caí en cuenta que eran recuerdos de Ben o de alguien más.
− Por lo que veo, puedo decir que mi alma es muy vieja... − dijo, mientras sorbía el mate − he recordado cosas de alguien anterior a Ben que ya tenía conocimientos de estas cosas, y por lo que recuerdo también conoció a Pancután y al Jefe. Pero no tengo recuerdos de su muerte o de sus últimos momentos de su vida. −
La tarde ya había manchado el cielo con esos tonos naranja y amarillos que tanto me gustan. Y me hace sentir que es el único lugar en el mundo donde se ven estos atardeceres.
Quería saber un poco más de eso que llaman La Metrópolis − Es sólo un mito… − dijo como atajando mi batería de preguntas. − Pero recuerdo algunas personas que estaban investigando aquel lugar, cuando Ben se unió al grupo. − Yo deambulaba por la cocina, sin encontrar un lugar que me hiciera sentir cómodo, apoyándome en sillas y la mesada pero sin poder elegir un sitio.
− ¿Pero qué sabes de eso en concreto? − pregunté, y el timbre de la puerta interrumpió la respuesta. − ...antes que respondas... tengo que decir que esta otra persona que recuerdo, tenía documentos encontrados en una investigación que dicen mucho más de lo que nadie más sabe… escritos por un tal Martin Perez Garzo − el nombre ya me dijo mucho. Este tipo estaba muy metido en todos estos temas.

Abrí la puerta, pues era Pancután.
Obviamente ya sabía que estaba con Inés, y por supuesto no le agradaba para nada la reunión extraoficial. Pero eso no era algo que me preocupase.
− Si Ariel tenía algo de nuestras investigaciones, obviamente deberían estar en nuestras manos… − dijo Pancután al pasar. ¿Cómo podía saber lo que habíamos hablado unos instantes antes?
Inés se le quedó mirando, como calculando que responderle. Pero al cabo de unos segundos optó por ignorarlo.
− No tengo recuerdos concretos, pero... ¿ustedes no tienen las cosas que eran de tu compañero… Ariel Castel? me cuesta creer que se les haya pasado algo, sobretodo tan importante. − dijo Inés en tono un tanto irónico.
Pancután detalló las cosas que él mismo guardó después de la muerte de su compañero previo a Ben, que había muerto en un tiroteo en una pizzería la noche que se iban a juntar para ver las evidencias que estaba recopilado.
Cuando Inés le preguntó si con él habían encontrado algo referido a la investigación, Pancután negó con la cabeza − …el lugar fue incendiado por los atacantes hasta los cimientos. Por poco no pudimos reconocer su cuerpo. − respondió.

Era necesario hablar largo, así que decidimos pedir comida de delivery y cenar en mi departamento.
Eventualmente salió el tema de Artelex, y yo les relaté los encuentros que había tenido con aquel sujeto, y las cosas que le había visto hacer. Se miraron por unos segundos − ¡un hijo de la noche! − dijeron al unísono. Yo no entendí a qué hacían referencia. − Según él es el hijo del Diablo… − intenté responder, pero Inés me interrumpió.
− Yo tampoco entiendo bien el término, pero me es familiar… serían personas que de alguna forma han ganado poder más allá de lo ordinario, pero a su vez han perdido de alguna forma su humanidad. − miró a Pancután para corroborar que le había acertado, pero él no respondió.
Inés hizo referencia a un sueño que había tenido:
Se veía entrando a un pasillo largo con varias puertas a los costados y sabía que detrás tenía un ascensor, por lo que piensa que podría ser un edificio de departamentos. La estructura era vieja, gastada y el palier era alumbrado tenuemente. Recordaba algunos sonidos de discusiones de los inquilinos en los departamentos cercanos. El ambiente era muy hostil.
Escuchó un disparo que venía desde el último departamento y se apresuró hasta la puerta, que estaba entreabierta.
Sintió algo muy oscuro que la rodeaba de repente y al abrir la puerta vio un hombre con las manos oscuras, como si se las hubiese tatuado hasta el codo. Sostenía una escopeta por el caño y en el piso yacía sin vida un hombre gordo, algo pelado. Tenía la garganta arrancada y una mano aún intentando sostener el arma.
Ella no podía moverse, como si un miedo primitivo y peligroso la hubiese invadido de repente.
El hombre soltó la escopeta y levantó un pesado libro con tapas de cuero, que estaba tirado a un costado del cadáver. No recuerda el libro con precisión, pero sí recuerda que las tapas de cuero crujieron cuando el hombre lo abrió. Recuerda perfectamente la sonrisa maliciosa que se formó en su rostro fino y bien cuidado.
El hombre recogió la escopeta, sacó de un bolsillo del cadáver un cartucho, luego de verificar la recámara y recargar el arma, se la pasó a ella. Recuerda los labios perfectos del hombre al pronunciar las palabras: “Estuviste en el lugar equivocado… y lamentablemente para tí, tienes que morir.”
Los deseos profundos a resistirse a aquella orden fueron menores al deseo impuesto por obedecerla y este recuerdo termina en oscuridad, luego de jalar el gatillo.

Estábamos seguros que aquel hombre no era otro que el mismo Artelex.
Permanecimos en silencio unos minutos, cada uno asimilando a su manera aquel relato. Yo estaba seguro que tarde o temprano iba a tener que encontrarlo nuevamente.
− Este tipo ya estaba vinculado con algunos mafiosos locales en operaciones oscuras… − dijo Pancután − pero no creí que tuviese semejantes habilidades. −
Busqué en uno de mis bolsillos, mi pequeña cartera de cuero y metiendo mi mano hasta el codo, extraje el Libro. Sentía un cosquilleo en los dedos que hacía mucho tiempo no lo sentía. − ¿Era parecido a este libro? − pregunté a Inés, mientras miraba su rostro sorprendido por el sencillo truco de magia.
Negó con su cabeza. − No, era más ancho y recuerdo que tenía un símbolo dorado en el lomo… − dijo mirando hacia un costado, como intentando recordar los detalles.
− Este libro me ha traído muchos dolores de cabeza, pero estoy seguro que es importante, porque muchos se han tomado demasiadas molestias en intentar conseguirlo. Algunos apostando hasta su propia vida. − recordé en ese momento algunos de los rostros de mis amigos, involucrados directa o indirectamente.

− ¿Qué hacemos ahora? − increpó Pancután, acostumbrado a ir directamente a la acción. − La Organización podría rastrear a este tipo y decirnos directamente dónde está… si él tiene otro de estos libros, quizás nos sea de utilidad también a nosotros. −
− ¿Cómo o para qué? − pensé en vos alta.
− Me extraña, Quike… vos querés volver a tu mundo ¿verdad? seguro que se puede hacer algo con esos libros. El Padre Malakai nos podría dar una mano en su lectura. Es la persona más versada que conozco… − me respondió con tono de tener todo resuelto.
Hice una seña con mi mano − Haz lo tuyo… veamos cómo nos puede ayudar la Organización. − respondí. Inés me apoyó con un gesto de su cabeza.

Pancután pasó un rato largo hablando por teléfono, llamó a varias personas, hasta que por fin volvió a nosotros con su rostro impávido como siempre.
Había conseguido una pista de dónde podía encontrar a Artelex, pero nunca hizo alarde de ello. Como si siempre hubiese estado seguro que lo lograría.
− Por lo que me dicen, vamos a necesitar carne de cañón… digo, ayuda de algunos incautos… digo, ayuda de algunos mercenarios. − dijo afirmando con fuerza con su cabeza.
− Conozco a unos locos del Marqués que por unos morlacos seguro nos dan una mano… pero son mercenarios. No nos fiemos que vayan a arriesgar el pellejo por nosotros. − continuó.
Después de todo no pretendo que alguien se sacrifique por mí. Más si no los conozco.


Pido disculpas por la falta de constancia al postear los episodios, pero un problema personal hizo que me tomara unos días. Un abrazo a todos y gracias por la paciencia.