viernes, 8 de diciembre de 2006

007 - 30 de abril de 1983 – 3ra Parte

Aunque he vivido muchas batallas, he participado en guerras, todavía no me acostumbro al olor ácido de la sangre y mucho más cuando es de personas. ¿Hasta dónde puede llegar la locura humana, o la avaricia? Sacrificar vidas humanas para ver si alguna criatura sobrenatural tiene las ganas de venir a atenderlos. Que ilusos.

El bosque ha sido arrasado en un círculo, y todos los árboles forman parte de la fogata o ahora ceniza que se confunden con la sangre y el barro en algunas zonas de la explanada. Miro el suelo desde donde estoy parado, todavía en la protección de los últimos árboles puedo ver un círculo pintado con alguna sustancia viscosa, que no logro distinguir por las luces y penumbras producidas por la gente bailando alrededor del fuego.

Ya pasó el tiempo en el cual saltaba con mis espadas en las manos y todo terminaba en un baño de sangre. Al menos ahora me contengo aunque el corazón salta de la misma forma que lo hacía en esos momentos.

El ritual ha comenzado hace tiempo, por lo que veo, pero aún así siguen muy concentrados en sus plegarias. El tipo en el centro alza sus brazos y puedo ver claramente cicatrices en los antebrazos, algunas muy recientes, hechas quizás con un cuchillo desde la muñeca al codo y entiendo por un segundo como puede ser capaz de estas acciones. No quiero ser escrupuloso, pues es simple, yo también he matado y muchas veces no me he arrepentido de eso. Pero todavía me da escalofríos la gente que lo hace por satisfacerse. ¿Soy hipócrita?

¿Por qué pienso en cosas como estas, precisamente en estos momentos?

Me llamó la atención alguien parado al otro lado de los que bailan, es como si no perteneciera al grupo, pues sus ropas no son extravagantes y solo parece observar. Su mirada es extraña, como si le agradara lo que ve. Siento algo inquietante en este tipo.

Su mirada se fijó en mí.

De repente los cantos cesaron, las mujeres que bailaban se detuvieron y sentí la mirada de todos, al unísono. No me sentí amenazado por ninguno, más allá que vi las ganas de hacerme parte de los cadáveres.

El tipo de la túnica bajó de su estrado, no hay seguridad en sus pasos. La espada en mi mano parece tener un peso inesperado en sus espíritus. Se me ocurrió que si hubiese aparecido en el centro del círculo quizás me hubiesen adorado; una sonrisa siniestra se dibujó en mi cara y una sombra de miedo en la de ellos.

El momento para hablar había pasado y en cualquier caso no tengo mucho que decirles, salvo quizás preguntarles “¿Realmente creían que alguien iba a venir a cumplirles sus deseos?”. Creo que lo dije en voz alta “pueden derramar la sangre de miles de personas y el resultado sería el mismo”. Sus ojos aún estaban desorbitados y el aire se llenó de los gemidos de los que aún no estaban muertos. Recorrí toda la explanada con la mirada, y entonces me escucharon. Vi lágrimas en algunos rostros, dos de las jóvenes miraron sus cuerpos desnudos y cayeron al suelo como si el dolor que habían producido en otros, ahora lo sintieran ellas mismas.

“El Señor Mephistopheles nos escuchará y el que no esté de su lado cuando llegue, sufrirá los nueve infiernos pero en vida.” gritó el hombre de la túnica.

“Por mí pueden abrir un portal al infierno y meterse de cabeza si eso es lo que quieren, pero lo que no soporto es ver las vidas que han desperdiciado para conseguirlo” Si derroto a este loco, seguro que las mujeres podrán salir de esto.

Mis músculos se tensaron y apreté la cimitarra en mi mano. Di un salto hacia el frente golpee con canto de la hoja en su cara, su capucha cayó hacia atrás. En su frente estaba el mismo dibujo que vi en los hombres que me atacaron. Sus ojos se pusieron en blanco y de su boca comenzó a soltar una mezcla de saliva y sangre; las mujeres retrocedieron.

Su cuerpo se hizo más grande y su piel se curtió como si se hubiese estirado demasiado. Comenzó a respirar con dificultad, sus dedos se estiraban y luego presionaba su mano con fuerza.

“Eso es porque tomó de mi sangre” dijo una voz desde atrás; había estado oculto, pero ahora dio un paso hacia el claro. Era el mismo tipo que yo había visto hacía unos instantes.

“¿Y tú quien eres?” parecía que era el que había ideado toda esta matanza. Una mujer de piel muy pálida y cabellos largos, lacios y negros le abrazaba la cintura.

“Ah, sí … presentaciones” dijo sonriendo, hay algo maligno en sus ojos oscuros. Sus palabras fueron decoradas por los lamentos de los moribundos. “Si logras matarlo antes que él a ti, responderé a todo” y el monstruo pareció entender que esta era la orden para atacarme. Se acercó y sentí el suelo vibrar bajo mis pies, debe tener mucha fuerza. Adelanté un paso y lo ataqué con todo, pero su piel solo se cuarteó un poco.

Lo miré, realmente estaba preocupado, mi espada puede vencer hasta la criatura más dura.

Su golpe dio directamente en mi rostro y sentí la sangre recorrerlo; me golpeó tan fuerte que me hizo chocar contra un árbol. “No deberías subestimar mi creación” dijo con malicia. No lo haré de nuevo.

Me levanté y concentré mi mente, tengo que utilizar su fuerza. El monstruo no se movió de su lugar, estaba parado al borde del círculo. Cerré mis ojos, sentí la adrenalina corriendo por mi cuerpo. “Ya veo, el círculo no es para llamar a un diablo, es para no permitirle a este monstruo salir de él” Ya tendré tiempo de preguntarle o quizás no quiera hacerlo. Mis músculos se tensionaron nuevamente y entré al círculo de un salto, la criatura me estaba esperando y su golpe fue certero por segunda ocasión, sentí la corriente recorriendo cada centímetro de mi cuerpo, y la misma energía salió por el filo de mi cimitarra en el momento que golpee su pecho, y su carne se quejó como un madero viejo. Su vida se escurrió por la hoja de mi espada y curó mi herida.

Alzó su mano y sus uñas habían crecido en algún momento, hasta semejar unas grotescas garras. Golpeó mi hombro y nuevamente sentí la energía recorrer mi cuerpo. Mis dedos temblaron unos segundos; di un paso fuera del círculo, sabía que si seguía luchando, él moriría y dudé en hacerlo.

“¿Crees que es humano todavía? ¿Qué sucede? Él es un monstruo ahora y ya no tiene remedio, desde el mismo momento que aceptó hacer tratos con los diablos” lo miré para que dejara de hablar, y solo descubrí que estaba diciendo la verdad. Miré nuevamente al monstruo, no tengo otra salida que matarlo. Bajé mi espada y miré la cara de desilusión del tipo. Levanté mi otra mano y apunté a su creación. Escuché el ruido que hacían los huesos del pecho y él vio un gran hueco en su espalda, las mujeres gritaron aterrorizadas.

El cuerpo cayó inerte al suelo.

Lo miré como esperando respuestas. “Me llamo Artelex” dijo, pero ese nombre no me representaba nada, más allá de lo extraño. Sonrió nuevamente. Este tipo tiene algo que me encrespa los nervios. El silencio llenó el lugar, ya no escucho los lamentos. “Soy el hijo del diablo” dijo y las sombras parecieron cubrirlo de repente. Me dio la sensación que algo le faltaba en su cuerpo. Quizás esas alas de oscuridad que veo en mi mente.

Las mujeres lloraban y yo no me animé a seguirlo, creo que ya hice demasiado por una noche. Me quedé unos segundos ahí parado pero no pude llorar, ni decir palabra. ¿Qué puede decir alguien en un momento así?

“Ayudame” escuché entre los cadáveres. Alguien está vivo. Me apuré a buscarlo y encontré a un joven, estaba muy malherido, con un corte en su abdomen. “No quiero morir” me dijo sin abrir los ojos. ¿Cómo podía confiar en alguien que no veía después de lo que le hicieron?

Apoyé mi mano sobre su herida y sentí que un poco de mi vida se iba por ella. Sus heridas cerraron inmediatamente. Abrió los ojos sorprendido, y se incorporó.

“¿Quién sos?” dijo, solo pude sonreír. “Si te lo digo, no me creerías” respondí. “Gracias por todo, soy Francisco Duarte”.

“Luego de haber visto lo que puede hacer, le creería cualquier cosa”. Miró a las mujeres y sus ojos se llenaron de odio.

“Ellas no sabían lo que hacían”. Me apuré a decir “Ahora volvamos a la estación de servicios”. Tengo que liberar esta energía sino me las veré feo. Caminé hacia un tronco a un costado y descargué un golpe sobre él que lo rajó a la mitad.

“En el camino te contaré mi historia”. Creo que puedo hacer eso.

~ Próxima entrega 12 de diciembre del 2006 ~

5 comentarios:

Dm-Mafioso dijo...

excelent!
as usual

Vanity dijo...

hummmm! se formo un party!!! muy buena emircho, la verdad que muy buena, sabia que tenias preparado algo como hablamos, pero nunc imagine que estaba tan preparado.
a seguir chabon!

Unknown dijo...

Hice hasta lo imposible para leerlo hoy... y la verdad que valió la pena Manito!!! Veremos como sigue... Está muy bueno...

Unknown dijo...

Muy bueno Mirkachu, muy bueno. En todo momento estas esperando que pase algo. Te absorve y estas esperando algo todo el tiempo. Artelex me hizo acordar por momentos a Randall Flagg.

Tao dijo...

Muy bueno Mirkote. Me gusto mucho, cada ves me confundo menos con la accion. Veremos lo que tiene para contar este nuevo personaje.

Es bueno jugar con el deseo humano, es un arma de doble filo.