¿De haber llegado a otra ciudad, hubiese sentido lo mismo que siento en Córdoba?
No entiendo por qué, pero me he estado preguntando esto durante mucho tiempo y aunque hace más de dos años que los militares hicieron el golpe de estado, siento que todo esto me recuerda a esa vida lejana y tiempos turbulentos de Reyes Hechiceros.
La gente trata de seguir viviendo, incluso sabiendo que tiene alguien pisándole la cabeza, por el solo gusto de saberse superior a los demás.
El fascismo actual no dista mucho de las tiranías de mi tierra, pero llega el momento cuando la gente se cansa de esa situación y confabula para la caída de ese régimen.
“Dos profesores de la secundaria Manuel Belgrano han sido reportados desaparecidos” me contó casi en secreto Rubén, mi vecino de piso. De donde sacó él eso, no tengo idea; lo que sé es que he visto varias personas que entran y salen de su departamento en estos días.
Salgo temprano en la mañana, porque me gusta caminar al colegio, aunque está a solo diez cuadras de mi edificio. Me da tiempo de revisar mis notas antes de empezar a dar la clase.
Gracias a los Elementos, que tengo tres cursos tranquilos; adolescentes que les ha tocado un momento muy duro y han crecido rápidamente. De cierto modo los entiendo, porque yo crecí en un ambiente hostil y en esclavitud.
Llevo cinco años enseñando historia en este colegio, y son pocas las personas que se percatan sobre mis nulos cambios de apariencia y mis alumnos me siguen llamando pelado aunque sea de cariño. Ni en sus más locos sueños pueden imaginarse que el hecho de que no envejezco es por mi fuerza mental.
En la sala de profesores estaban todos muy callados, se los notaba preocupados y ese silencio gritaba a viva voz sus sentimientos.
Ante mi inquisición, la profesora María José me hizo una seña y la seguí a la pequeña cocinita a un costado de la sala. En sesenta años de vivir en este mundo, el café es un de las cosas a las que más me he acostumbrado, así que con toda normalidad me serví una taza y esperé que ella hablara.
“¿Te acordás de Antonio? ¿Antonio Robledo, el profesor de filosofía del colegio Manuel Belgrano? Su esposa habló con Miguel Angel esta mañana y le contó que su esposo no aparece desde hace una semana. Está preocupada, porque piensa que los militares lo pueden haber secuestrado” su voz fue decayendo con cada palabra.
Mis alumnos también están un poco alterados, parece que las noticias ya no son muy secretas, y no pude dar la clase que había preparado, así que decidí hacer un debate entre los alumnos, para saber sus opiniones acerca de estos tiempos, y mi satisfacción fue grande, cuando toda la clase contribuyó; incluyendo a Roberto que es raro que muestre interés en clase.
Me coloco mis lentes oscuros tan grandes como un puño, pero que me hubiesen sido muy útil bajo el sol oscuro de mi tierra natal. Y regreso caminando a casa.
Es de noche y es el momento perfecto para tranquilizar mi mente y alimentar mi espíritu, así que me voy a la parte oscura de mi habitación y sentado en el suelo, sobre mi tapete preferido, me siento otra vez en mi casa de adobe en el centro del barrio de Mercaderes, y puedo escuchar la voz de mi criada Amelia, o de su esposo Mark mientras hacían sus tareas en la planta baja.
Está ocurriendo algo en el departamento de al lado, y si me concentro más puedo escuchar incluso la respiración de la gente que está ahí, sin moverme de donde estoy sentado.
Había dos personas hasta hace un momento, estaban comiendo y ahora sé que ellos conspiraban en contra del orden que los militares llevan en Córdoba. Pero de algún modo la policía ya lo sabía y subieron por las escaleras, eran unos cinco o seis hombres.
El sonido de la puerta rompe el silencio del pasillo y los policías irrumpen en el comedor después de derribar la puerta y no les costó mucho capturarlos.
Al salir al día siguiente, veo que no hay señales de violencia en el departamento de Rubén, y él se ha transformado en un “desaparecido”.
Esta mañana estoy indeciso si hablar del tema o no. Pero he visto mucho de esto y es mi responsabilidad advertir a mis alumnos, quizás algunos cometen el crimen de confabular en contra el gobierno actual, pero otros cometen el crimen de pensar distinto, y su castigo es lo que he combatido desde mi liberación, cuando tenía 20 años.
Terminé mi cena y comienzo mi meditación en mi lugar habitual. El silencio es abrumador, ahora que Rubén ya no está. No puedo decir que el tipo me agradaba porque realmente no lo conocía; debe ser un mecanismo de defensa, tratar de no acercarme a nadie, pues es difícil explicar muchas cosas de mí.
Todo sucedió en un segundo, la puerta se abrió y cuatro hombres entraron al comedor, revisaron la habitación mientras dos más se adelantaron al primer cuarto, la casa está oscura, así que sus ojos no ven bien, pero al llegar a mi cuarto vacilaron un segundo, al ver el brillo de mis ojos en una esquina. Yo podía ver el calor de sus cuerpos, pero no me quedaré aquí; no quiero matarlos, con mi espada en la mano, desaparecí y en el siguiente parpadeo estaba a kilómetros de distancia de mi querida Córdoba.
No entiendo por qué, pero me he estado preguntando esto durante mucho tiempo y aunque hace más de dos años que los militares hicieron el golpe de estado, siento que todo esto me recuerda a esa vida lejana y tiempos turbulentos de Reyes Hechiceros.
La gente trata de seguir viviendo, incluso sabiendo que tiene alguien pisándole la cabeza, por el solo gusto de saberse superior a los demás.
El fascismo actual no dista mucho de las tiranías de mi tierra, pero llega el momento cuando la gente se cansa de esa situación y confabula para la caída de ese régimen.
“Dos profesores de la secundaria Manuel Belgrano han sido reportados desaparecidos” me contó casi en secreto Rubén, mi vecino de piso. De donde sacó él eso, no tengo idea; lo que sé es que he visto varias personas que entran y salen de su departamento en estos días.
Salgo temprano en la mañana, porque me gusta caminar al colegio, aunque está a solo diez cuadras de mi edificio. Me da tiempo de revisar mis notas antes de empezar a dar la clase.
Gracias a los Elementos, que tengo tres cursos tranquilos; adolescentes que les ha tocado un momento muy duro y han crecido rápidamente. De cierto modo los entiendo, porque yo crecí en un ambiente hostil y en esclavitud.
Llevo cinco años enseñando historia en este colegio, y son pocas las personas que se percatan sobre mis nulos cambios de apariencia y mis alumnos me siguen llamando pelado aunque sea de cariño. Ni en sus más locos sueños pueden imaginarse que el hecho de que no envejezco es por mi fuerza mental.
En la sala de profesores estaban todos muy callados, se los notaba preocupados y ese silencio gritaba a viva voz sus sentimientos.
Ante mi inquisición, la profesora María José me hizo una seña y la seguí a la pequeña cocinita a un costado de la sala. En sesenta años de vivir en este mundo, el café es un de las cosas a las que más me he acostumbrado, así que con toda normalidad me serví una taza y esperé que ella hablara.
“¿Te acordás de Antonio? ¿Antonio Robledo, el profesor de filosofía del colegio Manuel Belgrano? Su esposa habló con Miguel Angel esta mañana y le contó que su esposo no aparece desde hace una semana. Está preocupada, porque piensa que los militares lo pueden haber secuestrado” su voz fue decayendo con cada palabra.
Mis alumnos también están un poco alterados, parece que las noticias ya no son muy secretas, y no pude dar la clase que había preparado, así que decidí hacer un debate entre los alumnos, para saber sus opiniones acerca de estos tiempos, y mi satisfacción fue grande, cuando toda la clase contribuyó; incluyendo a Roberto que es raro que muestre interés en clase.
Me coloco mis lentes oscuros tan grandes como un puño, pero que me hubiesen sido muy útil bajo el sol oscuro de mi tierra natal. Y regreso caminando a casa.
Es de noche y es el momento perfecto para tranquilizar mi mente y alimentar mi espíritu, así que me voy a la parte oscura de mi habitación y sentado en el suelo, sobre mi tapete preferido, me siento otra vez en mi casa de adobe en el centro del barrio de Mercaderes, y puedo escuchar la voz de mi criada Amelia, o de su esposo Mark mientras hacían sus tareas en la planta baja.
Está ocurriendo algo en el departamento de al lado, y si me concentro más puedo escuchar incluso la respiración de la gente que está ahí, sin moverme de donde estoy sentado.
Había dos personas hasta hace un momento, estaban comiendo y ahora sé que ellos conspiraban en contra del orden que los militares llevan en Córdoba. Pero de algún modo la policía ya lo sabía y subieron por las escaleras, eran unos cinco o seis hombres.
El sonido de la puerta rompe el silencio del pasillo y los policías irrumpen en el comedor después de derribar la puerta y no les costó mucho capturarlos.
Al salir al día siguiente, veo que no hay señales de violencia en el departamento de Rubén, y él se ha transformado en un “desaparecido”.
Esta mañana estoy indeciso si hablar del tema o no. Pero he visto mucho de esto y es mi responsabilidad advertir a mis alumnos, quizás algunos cometen el crimen de confabular en contra el gobierno actual, pero otros cometen el crimen de pensar distinto, y su castigo es lo que he combatido desde mi liberación, cuando tenía 20 años.
Terminé mi cena y comienzo mi meditación en mi lugar habitual. El silencio es abrumador, ahora que Rubén ya no está. No puedo decir que el tipo me agradaba porque realmente no lo conocía; debe ser un mecanismo de defensa, tratar de no acercarme a nadie, pues es difícil explicar muchas cosas de mí.
Todo sucedió en un segundo, la puerta se abrió y cuatro hombres entraron al comedor, revisaron la habitación mientras dos más se adelantaron al primer cuarto, la casa está oscura, así que sus ojos no ven bien, pero al llegar a mi cuarto vacilaron un segundo, al ver el brillo de mis ojos en una esquina. Yo podía ver el calor de sus cuerpos, pero no me quedaré aquí; no quiero matarlos, con mi espada en la mano, desaparecí y en el siguiente parpadeo estaba a kilómetros de distancia de mi querida Córdoba.
10 comentarios:
Wow. amesome (???) me ha gustado mirko y mucho. Lo unico que como siempre me gustaria seguir leiendo cuando siga saliendo.
Realmente mirko que pinta buena la cosa...
Espero que se continúe... Y a ver si empezás a ilustrarnos el blog desde tus deviations XD
Esta re bueno mirko te felicitoooooooo espero que sigas escribiendo saludos
Très magnifique! Realmente muy bueno. Debo confesar q detesto la historia argentina y tengo mis ideas respecto a los militares, pero tu relato me hizo leerlo. Excelente!
:[
Como siempre te digo sos uno de los tres cuentistas que me dejan con ganas de leer mas !!! ..... muy bueno y que siga.
pd: postea mas seguido joder!!
TYR
XD muy chever ete esta kedando che demaciaod entretenida epika moderna muy grosa te esta kedando te felicito!!! :music:
eso eso.. ilustre desde sus desviaciones..
y cuatro bien.. pa no ser menos :P
Atrapa Manito!!! cuando sigue?
Me encantan los anacronismos. Y esa superposicion que forma la imagen en mi mente de una mezcla entre la Cordoba del proceso y la Tyr de Kalak. Otra cosa que me mata es la ominosa sensacion de que en cualquier momento se desencadena algo. O por lo menos es lo que me transmite el relato.Me encanta.
Me encantan los anacronismos. Y esa superposicion que forma la imagen en mi mente de una mezcla entre la Cordoba del proceso y la Tyr de Kalak. Otra cosa que me mata es la ominosa sensacion de que en cualquier momento se desencadena algo. O por lo menos es lo que me transmite el relato.Me encanta.
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