jueves, 30 de noviembre de 2006

005 - 30 de Abril de 1983

Ya ha pasado un año desde que estoy en el chaco formoseño. Algo que me gusta mucho de esta región son sus bosques, ese color rojo de su tierra y ese olor característico en el aire, que no sé de donde sale pero es como si llenara los pulmones y revitalizara el cuerpo.

Estuve en el este un par de meses, en la ciudad de Clorinda, al límite con Paraguay.

Es sábado y aunque no he dormido mucho, tomé el bus a las 9:30 de la noche con destino a la ciudad de Espinillo a unos cuantos kilómetros de la frontera norte. Es un pueblo tranquilo, y espero pasar una semana disfrutando del campo en una pequeña estancia cerca de la ciudad; propiedad de Juan Antonio Kelmman, dueño de la compañía para la que empecé a trabajar a finales de septiembre pasado.

El sonido monótono de los neumáticos del bus, la oscuridad afuera y esa luz roja mortecina en el pasillo conspiran para que el sueño se adueñe de los pasajeros.

“Hey, ya dejá de dormir que si yo no puedo estar en mi colchón de paja, vos tampoco podés estar en tu cómoda cama con sábanas lujosas” me despierta una voz ronca desde la puerta de mi habitación, y veo la agradable figura de mi amigo de toda la vida. Bueno, agradable para mí, pues él es como mi hermano, ese que todo el mundo tiene en algún lugar. Si tendría que describirlo, ahora podría hacerlo porque conozco el nombre que le dan en este mundo, le llaman centauro. Definitivamente, sé que esto es un sueño, pero es como si no quisiera despertar y esa angustia ahoga el recuerdo. Por unos segundos puedo escuchar nuevamente los neumáticos en el asfalto y de nuevo veo la luz en mi ventana, y siento el calor de la mañana que entra con una brisa suave. “¿Qué pasa Quike? ¿Estás preocupado por el viaje a Nibenay? Si querés te podés quedar y yo voy solo a hacer el trato con la Casa Comercial Shom.” Dice haciendo una mueca en su boca. Yo sabía que eso era un error.

Abrí los ojos lentamente, el bus estaba detenido. No sé que lugar es este, miro a través de todas las ventanillas, pero no logro reconocer nada del entorno. Un cartel publicitario, brilla en el parador. Parece que soy el único pasajero que se despertó; me levanto con pocas ganas, pero es esa curiosidad nata en mí que no me va a dejar dormir hasta que sepa donde estoy y porqué estamos detenidos.

El chofer no está en su asiento, así que bajo para buscarlo afuera. En el segundo siguiente me invade el olor penetrante del aceite que los camiones dejan en el estacionamiento del parador y el frío de la noche. No se ven personas cerca, y miro hacia el interior de la estación de servicios; ahí veo unas cuantas personas que caminan dentro de un salón bien iluminado, cuando me alejo del bus en dirección a la estación escucho la voz del chofer “tuvimos un problema y vamos a tener que quedarnos acá hasta la mañana” me dijo con voz adormecida, y bostezó profundamente mientras entraba al bus “yo dormiré, haga lo que quiera mientras esté acá antes de las 10 de la mañana”. “Oiga, ¿Dónde estamos?” pregunté antes que termine de entrar. “Estamos en un pueblo que se llama Laguna Blanca, cerca del Parque Nacional Río Pilcomayo”.

Camino tranquilamente hacia el salón, porque tengo tiempo de sobra, y creo que comer algo me va a sentar bien. Pienso que tengo que llamar por teléfono para avisar que el bus llegará retrasado a la parada, no quiero errarme con el chofer porque sino no voy a saber como llegar hasta la estancia.

El lugar tiene algo extraño, más allá de ese olor penetrante en el aire y el frenético tintineo de las lámparas de esa publicidad. Algo que adormece el cuerpo y cansa de alguna forma la mente. Veo el típico cartel con el dibujo de un hombre para señalar la entrada al baño. Creo que sería mejor que me lave un poco la cara, si no quiero quedarme dormido sobre la taza de café.

Los baños no son tan limpios como uno espera, pero por lo menos no veo nada extraño. Los azulejos de las paredes parecen haberse deteriorado por el moho y ahora capas de tonos marrones se ven por todo el lugar. Mojo mi cara y detrás de la nuca; el agua está fresca y despeja esa nube que siempre se siente al despertar.

Entrando al salón no veo a nadie en el interior, un gran mostrador con comida, lácteos, y otros productos, la maquina de café todavía suelta vapor aunque no veo a nadie para atender. “¿Hay alguien?” pregunto, tratando que me escuchen. No hay respuesta, así que salgo para buscar afuera.

El bus no está donde lo habían estacionado y eso me parece extraño, no escuché el motor cuando se encendió, busco por el estacionamiento y veo que lo han movido hasta el otro extremo. No sé en que momento.

Me llego y siento algo extraño, la carrocería está fría, como si nunca hubiesen encendido el motor en absoluto. No ha pasado mucho tiempo desde que yo bajé, así que debería estar todavía tibia. La puerta está cerrada con llave, y no veo al conductor, quizás está recostado en uno de los asientos de los pasajeros, pero no llego a la altura de las ventanillas. Miro hacia los costados y no veo a nadie más en el área. Siento un cosquilleo en mis dedos y algo de estática al tocar el costado metálico del bus, mis dedos se pegaron automáticamente y pude escalar sin problema el metro hasta la altura de las ventanillas. No hay nadie dentro, pero definitivamente este es el coche en el que yo vine, algunas cosas no están bien. Caminé silenciosamente pegado todavía a la chapa y las ventanillas del bus hacia la parte trasera, pero nadie estaba dentro.

¿Qué sucede aquí? ¿Dónde se fue todo el mundo?

Me concentré unos segundos y traté de escuchar más detenidamente. En ese momento empecé a escuchar un murmullo lejano, pero continuo que venía de algún lado detrás de la estación de servicios. El idioma era irreconocible, por lo menos desde esta distancia, quizás estaban a algunos kilómetros del lugar, pero definitivamente era algo, posiblemente la explicación a lo que estaba sucediendo.

Busqué un camino hacia el interior del pequeño bosque, tratando de seguir el sonido, no encontré salida por el estacionamiento, pero si a través de los lavaderos de automóviles.

Tengo un mal presentimiento de todo esto.

El bosque se hace más espeso a medida que avanzo y el suelo está húmedo y frío. Ahora sin esfuerzo puedo escuchar los murmullos que vienen desde el norte, parecen cánticos de algún tipo, en idioma alemán.

¿Qué fecha es hoy?

El corazón me dio un salto en el pecho y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Hoy es la Noche de Walpurgis. La noche del diablo.

~ Próxima entrega 4 de diciembre del 2006 ~

9 comentarios:

Ruben dijo...

Hay pocas cosas que te caguen tanto como meterte en el monte alla en el norte de noche. No solamente que es espeso y no se ve casi nada, si no que esta lleno de cosas. Por ahi se escuchan voces que parecen estar al lado tuyo y estan a kilometros. O no estan. Algun dia los voy a llevar para que vean lo que es. Encima si conoces un poco el imaginario de la zona y tenes la mala suerte de perderte, pior. Esta muy bueno el relato Mirkachu, muy bueno.

Tannnk dijo...

No es por alla que anda el Caipira? O ando errado?
Esta saliendo bueno el relato mirkote. Muy bueno.

Tao dijo...

Me siento y espero a ver como continua, acaso queda otra cosas por hacer. Exelente Miko.

Vanity dijo...

Hmmm quizas el revuelo comienza en esta parte!!! excelente bro! no me queda mas por decir, sinceramente no veo las horas en que este la proxima entrega.

Dhago dijo...

Muy linda la historia, aunque todavia estoy un poco perdido con el personaje, pero creo que a medida que vaya pasando la historia voy a terminar de entender todo.
Saludos

Dm-Mafioso dijo...

la noche del walpurgis (o como se escriba), solo fala la biblia negra... mmm... acá es donde la historia gira hacia LCCT.
Muy bueno che.
Muy bueno.

Tanke, es la caipira y creo que es otra cosa.. jaja
Por esos pagos andan el Curupí y el Pombero creo (además de "LA COCA SARLI" :P)

Unknown dijo...

Tamos con la má y la tía Lidia, es EXCELENTE tu relato tenemos ganas de leer más... Esperamos la próxima entrega...

TYR dijo...

Opino lo mismo que el resto.
Pero acoto otra vez...
No tardes tanto que ya no tengo uñas!!
jaja!


buenisimo mirkus.


TYR

Moi, Lou dijo...

Guto, guto.

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BYe