De repente estaba cansado de todo. Es como cuando pasas muchas horas en un estado de tensión, y pensándolo detenidamente llevo dos semanas en la casa de Francisco y siento como si el lugar me quitara energía.
En la cocina, levanté el tubo del teléfono y marqué al celular de Elisa, llamó las cuatro veces y respondió el contestador, es raro, pero no me preocupé porque ellos estando de vacaciones, quizás quieren distanciarse de todo. “Elisa, regresaré a Córdoba, si hay novedades lo sabremos. Cuídense.” Dije con un tono casi cansado. En este momento, solo pienso en el sofá y en dormir, aunque son las 9 y 30 de la noche.
Entresueños, escuché que el teléfono sonó, pero no tuve ganas de levantarme a responder, y creo haberlo escuchado nuevamente pero no estoy seguro.
Ral y Guthay se alzan espléndidas en el cielo, las dos lunas que son dignas de cantos y alabanzas para muchas tribus en estos desiertos páramos. El cielo carmesí en el horizonte, continuado por los tonos azules y oscureciendo hacia el centro. Es extraño ver nubes en estos cielos, por eso se disfrutan de unas noches con cortinas de estrellas, que iluminan de alguna forma.
“¿Quién se queda de guardia?” pregunta Adunaphel, con su voz melodiosa y tranquila y me ofrecí para hacer la primera guardia. Generalmente son las más calmadas. En los páramos, donde no hay leyes, solo sobrevivir, los grupos de viajeros suelen ser víctimas de asaltantes, o de cacerías nocturnas.
Habíamos elegido la parte superior de una pendiente en las tierras malas, desde donde podíamos ver claramente el valle y la ruta por donde transitaban comúnmente las caravanas que se dirigen a Nibenay. Todavía no podíamos ver el Bosque Creciente y el camino se hace un poco difícil después de los dos primeros días de viaje.
Una brisa recorrió el campamento, y vi a Ati Gande acurrucarse, como si llegara el invierno. Me dio un poco de gracia ver a tan grande criatura, acurrucarse como un niño. Pero sentí algo más extraño, un sonido estridente hizo eco en el valle, parecía producido por una campanilla o algo similar. Ya conocía el sonido, y temí lo peor. Hemos recorrido estos caminos un centenar de veces con mis amigos y los peligros no disminuyen, sino al contrario, pareciera que los problemas crecieran con los años. Nunca podríamos decir que estamos lo suficientemente capacitados para enfrentar a los peligros del desierto.
De nuevo sentí la brisa recorriendo cada uno de nuestros puestos, y la fogata central serpenteó a punto de apagarse. Esto no está nada bien. Vi que las piernas de Jeep Gladiator se estremecieron y su ropa se puso blanquecina. “¡Todo el mundo arriba!” grité, aunque solo había pasado una hora desde que había empezado mi guardia. Todos se despertaron con esa mala sensación en los corazones y algunos pusieron malas caras, aunque sabía que luego me lo agradecerían. “¿Qué sucede?” silbó el pequeño halfling, aún refregándose los ojos y tirando su madeja de cabellos para atrás. Mi mirada fue la respuesta, sabían que no los despertaría solo para jugarles una broma, sobretodo que después de dos largos días de viaje, todos necesitábamos descansar.
El sonido de las campanillas resonó nuevamente y el valle quedó en silencio por unos segundos. Sé bien que a varios se les heló la sangre.
Ati Gande, tomó su espadón, que había estado tendido en el suelo arenoso y lo apretó con fuerza. Adunaphel tomó su bota de agua y roció unas cuantas gotas en todo el lugar y nombró palabras que no comprendí, pero que sabía que son buenas para nosotros. Saqué ambas cimitarras, estaba seguro que iban a ser muchos oponentes, y despiadados al luchar.
El fuego proyectó sombras en todas direcciones y algunas pasaron cerca de mi pierna, sentí un frío que me caló los huesos. Levanté mi cimitarra y la dejé caer con fuerza sobre la tierra que se agrietó, un chillido sonó y la criatura saltó de la negrura hacia un costado. Era muy delgado, como si toda el agua de su cuerpo hubiese sido extraído, sus huesos se pegaban a su piel que caía flácida en algunas partes, su rostro cadavérico era alargado hacia el frente y sus cabellos atados en una cola alta. Pude ver una campanilla atada en su cuello, sonaba levemente cuando la criatura se movía. La sangre recorría su pecho y me miraba con un odio mortal. En su mano derecha sostenía una espada larga de hueso y en su mano izquierda un palo de pharo tallado prolijamente y decorado en su punta con unos cuantos collares de colores.
Ati Gande hizo lo mismo, levantó su arma y barrió el aire cercano a él. Vimos a dos criaturas ser golpeadas de lleno y una tercera saltó hacia un costado para evitar la furia del semi-gigante. “¡Mostrate, rata!” gruñó al tiempo que levantaba nuevamente su masiva arma en contra de los tres que habían salido de las sombras.
Sentí un golpe en mi costado y realmente no lo vi venir, lo único que sentí es un dolor profundo, mucho mayor de lo que pensé, miré hacia atrás y vi a una criatura con sus dos manos empujando un cuchillo de hueso, muy profundo entre mis costillas, lo retiró y sentí mi vida irse en un chorro de mi sangre y la herida se hizo aún más grande. No pude evitar caer de rodillas.
Cook Tutan abanicó en tijera sus dos mazas y el pecho de la criatura crujió antes de caer a sus pies, pero tres más ya lo habían rodeado. Sabía que estas criaturas atacaban en grupo, pero ver más de treinta criaturas armadas rodeándonos, me pareció exagerado. Aún así, quién determinaba el número de atacantes, obviamente era el jefe de la tribu. Solo tenía que distinguir cuál de todos era.
Miré a mi alrededor, vi a Ati Gande que sacudía una criatura de lado a lado, sujeta por la pierna y su espada se abanicaba peligrosamente golpeando cuanto estaba a su paso.
Todas las criaturas me parecían iguales. No veía diferencia entre una u otra. Quizás el jefe no estaba entre los atacantes, solo era un estratega que ordenaba desde un lugar seguro, estas criaturas son bien sabidas telépatas, así que no me extrañó la idea. Me concentré un segundo y miré la profundidad de la noche, en todas direcciones. Vi llegar el golpe de la espada de una de las criaturas y puse mi hombro para que golpeara en ese lugar. Pero la criatura que había clavado su cuchillo en mi costado, me golpeó justo debajo del ombligo y su cuchillo penetró la armadura como si supiera exactamente donde y como hacerlo. Junté los dientes para contener el dolor pero sentí un nuevo corte cuando lo retiró. “¿Quike estas bien? ¿Necesitas ayuda?” escuché la voz de Cook y negué con la cabeza. No debería necesitar ayuda para librarme de estas insignificantes molestias, vi al halfling trepar en el cuello de uno y cortar su garganta con mucha facilidad.
Adunaphel, dijo unas palabras que no llegué a entender y arriba del campamento se formó una espesa niebla, como una nube a baja altura y bloques de hielo cayeron de repente sobre un grupo de las criaturas que no pudieron esquivarlos. Cook golpeó otra criatura con su maza derecha, se quitó una de su espalda, y luego la golpeó con sus patas delanteras.
Dos criaturas se habían trepado en los brazos de Ati Gande y le apuñalaban mientras el semi-gigante se sacudía para quitárselas. Una criatura saltó hacia atrás y el pecho de Ati Gande explotó, la pelea se detuvo unos segundos, interrumpidos por la explosión. Miramos a nuestro compañero, pero vimos que se sacudía los pelos quemados y quitaba algunas astillas de su coraza de hueso que se habían desprendido. Luego sus ojos se encendieron y la criatura saltó al centro del campamento para esquivar el golpe de la espada del semi-gigante.
Jeep Gladiator hizo una pequeña carrera y dejó caer su cuerpo sobre una criatura que retrocedía aterrorizada, al ver los seis cuerpos tirados a los pies del gladiador, todos tenían sus huesos quebrados en alguna forma. Jeep levantó a su oponente sobre sus hombros y lo solo lo dejó caer. Un sonoro crujido se hizo escuchar “¡Qué tipos más débiles!” se quejó.
Me concentré, y moví mis dos armas a una velocidad que mi oponente no se había imaginado que podía hacer. Hice un tajo a la altura de su pecho y sentí su vida recorriendo el filo de mi cimitarra y curarme la herida de mi estómago. El segundo y tercer corte fueron en sus brazos y lo vi cubrirse, abatido. El último golpe lo derribó un metro hacia detrás. La otra criatura atacó con su espada pero moví mi cuerpo y su corte no me alcanzó.
Vi a Adunaphel apuntar con su mano derecha a una de las criaturas y el cuerpo de esta cayó al suelo abatido por la energía que salió de la punta de sus dedos.
Ati Gande patio con fuerza un oponente y golpeó contra una figura que aún se ocultaba en la oscuridad. “¡Te dije que salieras, rata!” gritó triunfante. Adelanté un paso y mis dos cimitarras se incrustaron en el estómago de la última criatura que quedaba en pie. Cayó sin vida y sentí que mi costado se sanaba en ese mismo instante.
Cook Tutan, giró hacia donde estaba el jefe de la tribu. Adunaphel miró con sus agudos ojos, pero no pareció distinguir bien la figura. Más oscura que las noches sin lunas.
Dio unos cuantos pasos hacia el campamento. Su capa raída y negra, caía a ambos lados de su cuerpo, cubierto por una túnica de telas pesadas y decorada con pequeños huesos y piedras preciosas. Su carne hacía mucho tiempo no estaba viva, pero aún así había una energía enorme recorriendo su cuerpo. Sus ojos de un negro profundo y sus pocos cabellos caían sobre sus hombros. Abrazaba un libro en su mano derecha.
“Yo te conozco” exclamó Cook Tutan, te matamos junto al Tarrasque. Decoró sus palabras con una sonrisa.
La criatura sonrió y su cara pareció siniestra. “Te equivocas en dos cosas. No puedes matar al Tarrasque. Y definitivamente no puedes matar al Señor Mago, porque NO puedes matar a un Kaisharga”.
Abrí los ojos recordando el dolor de aquella encarnecida lucha, pero recordé sobretodo la primera vez que había visto el Libro que ahora está en mi bolsa. Definitivamente los poderes que me trajeron a este mundo, hicieron lo mismo con este Libro. Debería buscar a alguien que lo interprete. Por lo pronto, quiero regresar a Córdoba.
~ Próxima Entrega 13 de Enero del 2007 ~
7 comentarios:
Puta madre...cuantos recuerdos...pensar que yo conoci a esos... T_T
tras la sonrisas cook habria agregado: y dos veces!!!
Muy bueno el relato mirko. Felicitaciones.
Muy bueno mirko, muy bueno.-
kaisharga de mierda! uno se ilusiona con que reventamo al tarrasque y aparace uno y te pincha el globo!!!.
Ah que terrible es escuchar campanitas al viento, nunca sabes si es el momento en que tus sueños se hacen realidad o si tu realidad fue deboraba por el sueño mismo.
excelente mircachu!
che ya paso bastante del 13 de enero no?
Una semana y ni noticias... sale piquete en la puerta de Mirkachu -.-
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